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Lima, Perú
La Tuberculosis Infantil: Un diagnóstico complicado
La tuberculosis, que se considera un grave problema de salud pública en nuestro país, suele ser difícil de detectar en los menores debido a sus síntomas inespecíficos, en la mayoría de los casos se confunde con otros problemas de salud derivados de otros problemas médicos.
La tuberculosis infantil ha sido siempre de difícil diagnóstico debido a que los niños excretan muy pocos bacilos a través de las secreciones respiratorias, por lo que generalmente no transmiten infecciones. El diagnóstico de infecciones o enfermedades infantiles es siempre un “incidente centinela” que representa la reciente propagación del MTB en la comunidad.
Además, la edad de la persona que se enferme puede volverse más complicado recolectar muestras de esta enfermedad, esto es debido a que mientras más pequeños sean los infantes aumenta la dificultad para expectorar. No obstante, factores como la edad y el estado inmunológico inmaduro pueden afectar la progresión de la tuberculosis.
Aproximadamente el 90% de los niños infectados no enferma. Entre los que no están enfermos, un grupo importante puede seguir quedando como infección latente, y cuando se reactiva la tuberculosis secundaria (TB), sigue siendo un reservorio para la transmisión futura de la enfermedad.
El 10% de los niños se enferma y esto ocurre durante los primeros 5 años después de la infección. Los principales factores de riesgo incluyen la edad. Los lactantes son el grupo de edad con mayor riesgo de enfermedades graves (30-40% de tuberculosis y 10-20% de tuberculosis diseminada) e inmunodeficiencia (especialmente pacientes VIH positivos). La progresión de la enfermedad puede ser muy sintomática.
Esta enfermedad necesita un procedimiento muchísimo más difícil y cuanto antes se empiece, mejor va a ser el resultado. Dichos chicos poseen un peligro mucho más grande de contraer meningitis tuberculosa, una forma peligrosa de la patología que perjudica el cerebro y el sistema nervioso central.
Afortunadamente, la mayoría de los niños expuestos a la tuberculosis no se enferman. Cuando las bacterias llegan a sus pulmones, el sistema inmunitario del cuerpo ataca y previene una mayor diseminación. Estos han desarrollado una infección sin síntomas que solamente se detecta mediante una prueba cutánea positiva. Sin embargo, el niño sin síntomas igual debe recibir tratamiento para evitar que alguna vez se produzca una enfermedad activa.
Los síntomas más comunes de un paciente infantil que no ha recibido de manera correcta su tratamiento ocasionan fiebre, fatiga, irritabilidad, tos persistente, debilidad, respiración fuerte y rápida, sudores nocturnos, inflamación de las glándulas, pérdida de peso y falta de crecimiento. La tuberculosis se propaga cuando un adulto infectado tose y esparce la bacteria en el aire. El niño inhala estas bacterias y luego se infectan. No es común que los niños menores de 10 años con tuberculosis infecten a otros porque tienen muy pocas bacterias en el moco y su tos es relativamente ineficaz.
En muy pocos niños (sobre todo aquellos menores de cuatro años), la infección por tuberculosis puede diseminarse a través del torrente sanguíneo y afectar prácticamente a cualquier órgano del cuerpo. Esta enfermedad requiere un tratamiento mucho más complicado y cuanto antes se inicie, mejor será el resultado. Estos niños tienen un riesgo mucho mayor de contraer meningitis tuberculosa, una forma peligrosa de la enfermedad que afecta el cerebro y el sistema nervioso central.
Autora: Jazmín Agama M
FUENTE: Healthychildren, MINSA, Revista Médica clínica Las Condes
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